sábado, 20 de noviembre de 2010

Esta mañana el cielo parece un enorme abanico de plumas de pavo real que el viento ligero mueve formando olas flotantes entre el negro de la noche y el azul casi plateado de las nubes.
Un anfiteatro de seda cambiante que llama a la mente la puesta en escena de “La tempestad“ shakesperiana donde la olas se mueven y corriendo desplazan el paño azul que simboliza el mar.
El cielo y el mar, puntualmente, me parece que sean hijos de una misma grandeza y, como ahora no puedo detenerme a mirar el agua, me encuentro a menudo mirando hacia arriba buscando en el cielo lo que normalmente en la tierra no veo.
Esa infinita cavidad etérea a la cual nosotros mismos atribuimos un color, me pierde, me asimila en sí cuando levanto la mirada e invento historias que existen o nunca existirán.

Ayer la sospecha de la niebla duró solo un soplo de viento, el mismo que consiguió llevársela consigo, no sé donde ni me lo pregunto porque dirijo mi pensamiento hacia el cielo azul en el cual la misma se ha dispersado y que supo recrear en mí una armonía interior muy vivaz.
Es verdad que me pierdo, escribiendo, en metáforas y piezas bucólicas, reivindico un pasado campesino que hasta hace poco solo conocía en la inconsciencia.
Sin embargo, desde que vivo aquí, el contacto directo con los elementos me obliga casi a sentirme parte de un todo que para los demás, a lo mejor, no significa nada y que para mi, en cambio, representa la esencia de la vida misma.
No soy capaz de despegar mis emociones, mis sensaciones y el vivir, de la lentitud de los ciclos naturales.
Estoy en perfecta simbiosis con el ritmo sagrado de las estaciones, con el pasar del tiempo puntuado por los colores y de los eventos que, lejos de ser solamente atmosféricos, escriben conmigo lo que ocurre o que ocurrirá.
Me siento en equilibrio, como una coral de sonidos y de acciones que se armonizan totalmente con mi existencia y también las contradicciones, las disonancias o las desafinaciones, se funden y no rompen la proporción musical, al revés, realzan el movimiento.
No pretendo que todo el mundo lo entienda, es normal que cada uno viva su propia vida según unas andaduras y modulaciones que le pertenecen: las mías, respetan los tiempos preestablecidos, las alternancias y los ciclos y se dejan fragmentar en un orden que, a menudo, se confunde con el proceso natural.
De esto depende probablemente que me pase los días interrogando cielo y tierra, por esto tropiezo en la inconsistencia de las hojas caídas o puedo sentir el tiempo que va cambiando. Por esto o por algo diferente, no sé.
Hoy, en fin, la ausencia casi total de dolor, me acerca a pensamientos positivos.
No pido nada a la vida, lo que tengo es lo que me pertenece, durante un instante o durante un tiempo infinito.
Estoy además aprendiendo a no exigirme más de lo que pueda dar y darme. Durante toda mi vida, me ofrecí siempre esfuerzos descorteses para encontrar en la acción el sentido a las cosas: ahora presto atención al moto de mi cuerpo, a su intuición y orientación aunque, aún a veces, el perno racional y prepotente vuelva a salir y abofetee los viejos mitos.
De todas formas, intento mantenerme en equilibrio, cada día es un hilo colgante y yo un funámbulo que intenta conseguir llegar al otro lado, con los brazos abiertos para enderezarse cuando un inesperado soplo de viento le empuja y puede caerse. A veces lo consigo, a veces me caigo en la nada, pero ninguna caída, hasta ahora, me impidió levantarme y seguir el juego.

Desde mi ventana veo la calle desierta, solo sombras en la luz de las farolas y una brisa diáfana y elegante que solo puede quitar el polvo a lo que queda de la noche.
Hoy, este día todavía infantil y inofensivo, predice un futuro próximo inteligible y evanescente, como un cuadro pintado ingenuamente con los colores del imprevisible.
Y es, sin duda alguna, un día nuevo…
Saluti e baci...        

2 comentarios:

  1. Cada día es un hilo colgante que hay que recorrer con decisión. Caer en la red de un abrazo no siempre se da, aunque estoy segura de que tu tendrás a tu alrededor un entramado consistente para sostenerte y lo mejor de todo para impregnarse, contaminarse de ti.
    Es hermoso lo que escribes. Parece triste pero yo te veo sonreir ampliamente.
    Me gustó.

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  2. Buongiorno Feli,
    afortunadamente,y tienes razón,mis caídas siempre acaban en"la red de un abrazo".A lo mejor parece triste,en cambio la tristeza,desde hace mucho mucho tiempo,no vive aquí y conmigo no comparte espacios.Quizás a veces algo de melancolía que pero no hace daño,al revés,enternece el alma.
    Te agradezco de corazón que sigas leyendome,me interesa siempre lo que piensas y te tengo mucho cariño
    Grazie bella,bacioni

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