jueves, 11 de noviembre de 2010

Ghiaccio

Hoy hace frío o me parece a mí, todo es relativo en este loco mundo!
Salí con Ghiaccio. Siempre salimos pronto por la mañana, cuando todavía el día no ha nacido del todo, como un parto que se está desarrollando delicadamente.
El pinar sudaba gotitas de rocío: en algunas partes, debajo de los pinos, la hierba brillaba de pequeños diamantes, como un collar de perlas transparentes que la noche regala de vez en cuando.
Es fascinante dar vuelta por los senderos, en soledad, Ghiaccio y yo, solos en el frío de las horas tempranas y perdidos en los pensamientos: yo sobre mi misma, sobre el mundo, sobre lo que haré de comida, Ghiaccio husmeándolo todo como si siempre fuese la primera vez , mirando hacia mí de vez en cuando para asegurarse que está solo entre agujas de pino pero nunca del todo.
Ghiaccio es un perro miedoso, a veces su sombra reflejada por las farolas, por la noche, le provoca saltos repentinos, te entran las risas viéndole… o se pone a temblar como una hoja en otoño y tira de la correa como a pedirte que, por favor, regreses a casa con él. Le gusta salir, indudablemente, pero sin ese afán de quedarse afuera mucho rato. Prefiere las vueltas breves a los paseos largos.
Es un perro raro, miedoso y mimoso, a veces parece un gato: se sienta en tu barriga como si pesara poco: quince quilos de ricitos blancos, no poco!
Y sin embargo él no, no se da cuenta, o lo aparenta, porque listo sí que es: te mira con esos ojos grandes, negros como ciruelas y pestañea y, mientras, mueve el rabito, como un abanico, derecha izquierda, izquierda derecha sin parar.
O pone la cabeza en tus rodillas como si dijera cuando no le notas “ Estoy aquí…”
No darse cuenta de su presencia, en cambio, es imposible porque no te da descanso hasta obtener lo que más le gusta: los mimos.
Ghiaccio es verdaderamente mi perro.
En los años, tuvimos en casa muchos perros. Pero él es diferente, él es verdaderamente mío. Mi hermano y mi amigo, sabe de mí cosas que poca gente sabe, siempre está ahí, cuando llores o te rías, firme y dócil en su mirada perdida en ti.
Siempre digo que los perros son seres superiores, no nosotros, los seres humanos: ante todo porque es difícil que tropiecen el la misma piedra y hagan el mismo error…con las debidas excepciones, Ghiaccio es muy cabezota!
Y además y sobre todo porque viven llenamente el sentimiento de amistad, sin en cambio llenarse la boca de palabras vacías: simplemente viviendo y haciendo que experimentes la fieldád absoluta, la comprensión y la estabilidad en el cariño.
Para estar contigo renuncian a un estado de libertad que, aunque a veces sea cruel, es sin embargo parte fundamental de la existencia; renuncian a la calle y a olfatear el mundo y pueden hacerlo solo cuando tú lo decidas; aguantan estados de ánimos bailarines y, no obstante, se quedan allí, acurrucados cerca de ti, a tus pies como si de acariciarte, ellos a ti, su corazón al tuyo, no se cansaran nunca.
Ghiaccio es ese ser maravilloso que me acompaña desde hace diez años, en la buena y en la mala suerte, casi, o sin casi, un nudo profundo de amor.
Durante los dos años que no le tuve conmigo, sufrí mucho, sentidos de culpa y falta verdadera de alguien tan conocido a mi lado.
Pero, a veces seguramente para justificarme, me digo a mi misma que lo hice bien, que fue mejor así: yo iba hacia la nada, dejaba el mar para la gran ciudad, Madrid, “la ciudad que nunca duerme”. Iba hacia sentimientos para mí, hasta entonces, desconocidos, el amor y alcanzar compartirlo.
Y sin un sitio donde estar a fin de cuentas, porque  no sabía lo que habría encontrado al final del camino.
Sabía lo que dejaba, poco o mucho o nada, pero era lo conocido. Sin embargo, lo que habría podido encontrar delante de mí era un punto interrogante en las continuas discusiones que entablaba conmigo misma.
Además ni sabía como fuese la relación que José tenía con los perros, que tipo de reacción habría tenido.
No es una cosa automática la relación con ellos, tienes que entrar en sintonía, ante todo con la especie animal, y luego con el ” individuo ”, el perro en cuestión.
Al contrario, ahora, pienso que me equivoqué, uno de los errores que tengo que poner en la cuenta o que ya pagué, no creo que se haya quedado tanto para pagar, obviamente nuevos errores, pero los viejos…casi todas las deudas ya están extintas.
Ahora, a veces me paro a mirarlos, a los dos, José y Ghiaccio, jugar, hacerse mutuamente despechos, mimarse y dormirse, el uno sobre la barriga del otro o a sus pies, en la cama o en el sofá, y pienso que tuve miedo sin razón.
Ghiaccio es un perro al cual es sencillo querer: mimoso, juguetón y con muchas ganas de dar amor a “patas” llenas… y José es así, despectivo y cariñoso, siempre presente y constante en el amor, Don Quijote y bufón…vaya parejita!
Saluti e baci…  

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho.
    Cristina

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  2. quien lo sigue lo consigue...¿es así?...o algo muy parecido!Que ilusión verte por aquí,Cris...lo has conseguido!BRAVAAA!!!
    Ya sabes que también me alegra mucho que sigas leyendo,eres la primera que lo hice y ahí sigues...grazie mille Cris,un bacione grosso grosso e un abbraccio

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