sábado, 6 de noviembre de 2010

Hoy, mientras la historia continúa contando su gesta, mientras el sol espolvorea cada cosa y cada ser que vive o vegeta bajo su misma mirada con instantes fosforescentes, cuando el tiempo y el reloj se acercan al mediodía, mientras el silencio pasa su rosario de oraciones a un dios que a veces escucha, otras tantas no... sentada junto al teclado que siente mis dedos rozarlo, los oye batir una música sin ruidos, un ritmo frenético que parece acompañar los pensamientos como si fuesen el latido de su mismo corazón, hoy estoy aquí, inventando de nuevo palabras como instantes de ausencias recuperados.
La gana y el deseo de hablar, quizás, se queden inalterados. Son los mismos que desde siempre llevo encima, cosidos como un traje hecho a medida.
Lo que tengo y lo que querría tener son un único fin, son la única meta que me propongo al despertarme dentro del corazón de una mañana que vendrá, como siempre, echando el miedo.
También el amor por las palabras se ha quedado, igual, parado, como estático en un tiempo que, al contrario, corre hacia su destino que finalmente es el mío, una meta que se tiene que alcanzar y no se quiere. Porque el Tiempo es amigo y enemigo, amante y bandolero cansado, hada madrina y bruja. Pero es sincero, no engaña y no decepciona. Es simplemente el Tiempo, un enredo abstracto de minutos y horas y años, siglos infinitos que se difuminan dentro de un solo instante; o al revés, una certeza concreta, de aquellas que parece no se puedan tocar y que, sin embargo, están hechas con el plomo de tu pasado y de tu porvenir y, si lo piensas fuertemente, la puedes tocar y también ver.
En fin, me he regalado a mí misma un sueño: quizás ese libro que no puedo o no me atrevo a publicar, verá la otra esencia de su mismo ser hacerse página y, quizás, alguien lo lea y escuche llamar su nombre.
Escuchará recitar, sílaba tras sílaba, acto tras acto, la historia misma de su vida: un acto teatral, escénico y forzado, cernerse como nube en un cielo que ondea en el viento.
No quiere ser otra cosa que el esbozo de un dibujo hecho con los colores de las palabras, en la paleta de la página blanca que, de repente, se hace telar y compone bordados y encajes, con la habilidad antigua de quien lo ha intentad y lo ha vuelto a intentar tantas veces. Y me acompañará en el viaje mi cocina, las recetas, la gracia infinita de una masa que está leudando lentamente a oscuras y que luego se transforma en pan, tarta, pizza o quien sabe que.
Será la fuerza y el calor de un horno que se enciende o de manos dentro de un conjunto de harina y agua, de humildad hacia un pasado que, para mí, tiene miles de olores y se identifica, si no siempre muy a menudo, en los perfumes que se expandían desde las casas hacia el mundo exterior invadiendo mis paseos sobre el hilo de los recuerdos.
Así, como entonces y aún hoy, la comida guisada lentamente con el amor que yo siento hacia mi misma, hacia las personas que juegan al "corro de la patata" a mi alrededor, en fin, hacia la vida misma, vuelve y vuelve de nuevo dentro del desarrollarse desde el ovillo de mis días hasta el hilo que les tiene unidos y les ata.
Los olores del profundo norte donde nací, las polentas o los "cotechini", las lentejas o los "risotti", extraños dulces hechos de arroz y leche, buñuelos de manzanas... cuántas cosas!...se funden y se confunden todavía hoy en día: cuando un recuerdo aflora, a menudo se recicla en un olor que me atrapa y me envuelve.
En estas páginas que me obstino a no ver como expresiones virtuales, sino como viejos libros que cuentan, línea tras otra, entre una coma y un punto, lo que hice, lo que viví, lo que hago o que haré...en estas páginas decía, recojo a manos llenas la cosecha de lo que sembré durante los años. Una suerte de tarjeta de visita, amplia y poco formal, de lo que soy o he sido, junto, obviamente, a las ideas descabelladas de alguna que otra vieja canción que cuenta a través de otros labios mi propia historia.
Y habrá momentos de extravío, de desconcierto, ingredientes que baila ligeros en la construcción o en el cuento de algo indefinido. O quizás simplemente emociones y sensaciones.
Un buen día, hoy para ser precisos, cinco de Noviembre del dos mil diez, decidí que estaba bien, que era el momento de experimentar la timidez, que de mí pocos conocen, y de jugar con ella un partido... ¡ a saber quién va a ganar !. Porque si me lo pienso, no es fácil hablarse. Contar de verdad, uno a si mismo, en la soledad de su propio silencio que se vuelve grito cuando las palabras no son ya solo tuyas porque las dejas ahí, como colgadas en el vacío etéreo de una red, a la merced de juicios ajenos y de consideraciones que no son las tuyas.
Yo lo intento: quizás, a lo mejor alguien se atreve a entrar en este mundo de suspiros y comidas, de libros que se dejan leer deprisa y de ansiedad, a pesar de todo, de continuar el viaje.
Bienvenidos a bordo.....

1 comentario:

  1. Es un honor participar como miembro en la botadura de este buque acorazado de sueños.
    Sigue manejando el timón.
    Enhorabuena de nuevo.

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